miércoles, 20 de octubre de 2010

Aconcagua (Canadá) 2010 V

El sentido de las cosas en la montaña

Caminar hacia arriba durante horas y horas, bajo el frío; acostumbrar el organismo a la falta de oxígeno; superar el cansancio extremo por el esfuerzo de cada trepada; comer porquerías enlatadas y tomar agua de nieve derretida; cagar atrás de las piedras y juntar la mierda en una bolsa de plástico que dice MF (materia fecal); aguantarse en la carpa los pedos y eructos de un boludo a tu lado durante diez horas y diez días; sonarse la nariz y ver que los mocos a veces salen con sangre; soportar vientos cuyas agujas de frío te sacan un pedazo de alma con cada cachetada; atravesar peligrosos planchones de nieve que podrían matarnos tras un simple resbalón; extrañar a mi novia a la familia y a los amigos que han quedado allá abajo preocupados por nuestra suerte y nuestras (estúpidas) decisiones.

¿Qué sentido tiene todo esto?
¿Por qué no bajar ya mismo y comerme un asado?; por qué irme de acá, hasta el dulce abrazo de mi mujer y dormirme como chanchos hasta el otro día?; por qué no rascarme el higo durante cuatro horas? por qué no irme a un café a leer el diario?

Por qué?, tal vez porque como decía Gaston Rébuffat “.. las montañas sólo viven por el amor de los hombres. Son bellas por muchas razones, pero también gracias al fervor de un muchacho. La técnica debe estar al servicio del entusiasmo, de lo contrario reduce el mundo de la alta montaña a las proporciones de un gimnasio. ¡Qué larga resulta la marcha que conduce a las cumbres!

Allá donde las casas, y después los árboles y, a continuación, la hierba desaparecen, nace un reino estéril, salvaje y mineral; sin embargo, en su pobreza extrema, en su desnudez total, ofrece una riqueza que no tiene precio: la felicidad que se descubre en los ojos de los que lo frecuentan.
El alpinista ha de tener músculos fuertes, dedos de acero, una técnica perfecta, aunque todo eso no sean más que herramientas. Sobre todo ama la vida, y sabe que el aire a 4.000 metros tiene un sabor particular, pero que hay que ganárselo. Mientras que muchos individuos se contentan cada día más fácilmente, el hombre en cambio tiene que mostrarse exigente consigo mismo: no puede gustarle una forma de paz que sólo sea la ausencia de vida..”

No basta con existir, hay que vivir; no vivir peligrosamente, pero me digo-tenés que disfrutar esto!!-. Las montañas altas proponen acción y contemplación; y ayudan a los hombres a despertar sus sueños dormidos.

Pero la belleza de las cimas, libertad en los grandes espacios, la relación familiar con la naturaleza y los rudos placeres del montañismo resultarían mustios y hasta amargos sin la amistad: amistad que entiendo debe ser fraternal, hecha de amabilidad, de entrega, de alegrías y luchas compartidas., pero hoy siento que no me pasa esto.

Como otros a los que he leído, ahora "sé", que siempre estaré en camino.


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La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.

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