martes, 22 de marzo de 2011

Lullaillaco (noviembre 2010)

Es la segunda vez que me invitan a este cerro.. cerro que para mi tiene muchas connotaciones, es alto; tiene historia, tuvo y tiene santuarios de altura, los niños del Llullaillaco, y una de las montañas que mi sobrino Marcos siempre se acuerda ya que recibió como regalo de mi parte una foto enmarcada de la montaña hace algunos años; en fin se ha convertido en una montaña familiar..
Esta vez decido decir que si.., invito a mi amigo de montaña pero me dice que no. Así que una vez más deberé integrarme a un grupo.






La preparación es lenta pero metódica; internet por suerte me permite leer desde relatos de morfología climática y morfogénesis del volcán hasta relatos de ascensiones. El Llullai como le dicen algunos es mundialmente conocido por tratarse de uno de los volcanes más altos del planeta y obviamente por haber sido el escenario de unos de los descubrimientos más importantes de la arqueología americana, y que como consecuencia, se crea en Salta el Museo de Arqueología de Alta Montaña, que tantas veces he visitado.

Ómnibus.. casi 22 horas a Salta (para no pagar exceso de equipaje en el avión); tengo que trabajar durante dos días en nuestra oficina local y a empezar a soñar con el cerro.

Nos juntamos a cenar empanadas y a conocernos, bah a conocerlos yo.., porque entre ellos se conocen.. corren docenas y docenas de empanadas regadas de cerveza, anécdotas que solo escucho atentamente y para quitarme (ya!!) algunos prejuicios trato de ubicarme en la montaña.

San Antonio de los Cobres, 3750 metros sobre el nivel del mar, apenas 647 milibares de presión (habitualmente vivo en Buenos Aires con 1015 o 1020 y a 100 metros como mucho sobre el nivel del mar, situación a la que me veo “obligado” a adaptarme una o dos veces al año); Saturo 87 y mi FCM es de 68. Por suerte no siento dolor de cabeza. Almuerzo y ceno bien; sigo tomando mucho agua y mucho mate.

En el hospedaje que dormimos hay una nena de 9 años, muy silenciosa; Lorena se llama y me dice que le gusta mi campera de duvet, su madre me dice que le vendría bien tener una de estas en el invierno.. porque cuando va a la escuela está muy frío.. (a Gustavo –un compañero de expedición- le da una carta con los pedidos y le pone la dirección de una casilla postal en el correo argentino de San Antonio de los Cobres)

Extraño a Aleja, no me llegan mensajes y supongo que es para “protegerme”; para que no la extrañe más. Pienso también en la montaña de Marcos, y espero traerle fotos de la cumbre.

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La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.

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