sábado, 4 de septiembre de 2010

Rincon II (octubre 2008)

Ahora pienso: escalar montañas no es sólo llegar a las cumbres, tal vez lo mejor sea la experiencia y el aprendizaje que te deja intentar escalarlas, esa es hoy mi verdadera cumbre, tal vez este sea el punto más alto al que un ser humano pueda llegar; encontrar su interior abierto a su exploración, convivir solo con la naturaleza ¿Qué tan fuerte es la naturaleza? ¿Qué tan fuerte soy? ¿Estoy preparado para esto? ¿Incluso para la muerte? Son tantas preguntas que en esos momentos pasan por mi mente, que sólo llevan a una respuesta: esto es vivir mi vida.



Escalar montañas es algo que en un tiempo de mi vida jamás llegué a imaginar, y mucho menos que mi vida terminara girando en torno a ellas, ¿pero quién se sabe qué le va a suceder en el futuro? El trabajo de montaña es interesante: trabajar en equipo, qué tan fuerte uno es para tomar decisiones correctas en momentos justos, el darle la mano a un compañero cuando la necesita (sólo los montañistas saben de lo que estoy hablando). Es trabajo en equipo; de lo que escuché hablar a lo largo de mi vida, en la universidad, en la vida laboral, en la familia, etcétera; pero sólo lo viví y lo aprecié en las montañas, y con las personas que están entorno de ellas.




Leí una vez que Sartre, dijo que el hombre no es más que lo que propone, sólo existe en tanto y en cuento se realiza así mismo, por lo que resulta no ser más que la suma de sus actos, no es más que lo que su vida es.. siempre he dicho que me vivir en otros países me ha permitido inventarme todo el tiempo, ser yo siempre, empezar siempre de cero, sin tener una historia detrás sobre la que recostarse; algo así como hacerse así mismo, dibujar mi propio retrato, y lo único que me queda siempre es ese retrato. Tal vez olvido sencillamente y estoy obligado a comenzar todo el tiempo de nuevo, porque de lo contrario podría estar todo el día fantaseando sobre el pasado, y por qué enfrentarse al presente cuando el pasado ha sido bueno...por fortuna la memoria es compasiva, olvida los malos tiempos, y suaviza los buenos, obliga todo el tiempo a ver qué hay más adelante.



Bajamos, paso frente al San Bernardo, vuelvo a sentir miedo y cierto cosquilleo, algo de incertidumbre, algo ásperamente incómodo, miserable y hasta agotador al ver sus nieves, pero lleno de excitación; mi memoria descarta la ansiedad y la tensión de unos atrás y me llena de recuerdos felices de espléndidas escaladas que vendrán. Vamos, vamos, me dijo el guía, interrumpiendo mis pensamientos; mejor bajemos antes que el sol nos ponga peligrosas estas laderas del sur que sin grampones se harán muy resbalosas.
Cuando regresábamos, seguía pensando –claro sin perder la concentración de dónde ponía mis pies, y mis manos- en por qué a veces desea con tanta fuerza algunas cosas, por qué tanto apasionamiento, por qué nada podía detener esta fuerza...me seguía preguntando si el apasionamiento mata, si es peligroso desear algo demasiado, en especial desear algo sin saber muy bien por qué lo anhelas. Es una trampa en la que uno puede caer? no tenía muchas respuestas... mejor seguir bajando. Aunque todo el tiempo me viene a la mente lo que los griegos decían...” ..lo dioses castigan a los hombres cuando le cumplen los sueños..”.
El miedo no me avergüenza, siento que se trata de una de las actitudes más difíciles y sinceras que uno puede tomar.



Regresé a Buenos Aires, algunas semanas después me decía como amigo de cordada que se iba al Aconcagua. En este momento pensé que el mundo se me venía abajo, mi mundo de montaña.., mi amigo iba a llegar antes que yo a la cima, iba a estar a 7000 metros sobre el nivel de mar antes que yo; me entró cierta desazón; el subiría a la cima de América y yo no. Había cambiado el viaje al Aconcagua por una viaje a Europa con mi padre; un viaje que tal vez nunca podría repetir. Intentaba decirme que las montañas siempre están ahí, y contradictoriamente, no podía aceptarlo. Esto de que las montañas siempre están ahí, a mi no sirve, porque yo no soy siempre el mismo, no siempre tengo el dinero que se necesita, los tiempos o la condición física para subirlas.., pero.. siempre es mejor decirme frases como estás, e intentarlo el año próximo.

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La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.

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