jueves, 8 de julio de 2010

San Bernardo I (agosto 2008)

El bichito del Aconcagua sigue picando..., me viene a la mente todo el tiempo el pensamiento de, ”..cuando no he conseguido la primera ascensión, he efectuado siempre la segunda..”

El entrenamiento me obliga a seguir algunas pautas y a adecuarme a situaciones, experiencias y posibilidades. Es indispensable tener buena salud..
Sigo corriendo como todos los días mis 15k diarios, me siento bien, este año además voy a correr el medio maratón y el maratón de Buenos Aires, así que todo suma.

Seguro que para una persona que se haya pasado los últimos diez años detrás de un escritorio sin énfasis en mantenerse en forma, una experiencia como la del Aconcagua o cualquier montaña de más de 6000 le puede tomar dos años para recobrar su habilidad física, pero una persona que haya priorizado su estado físico y ha realizado cierto entrenamiento como una parte de su rutina diaria, puede tardar sólo unos meses para estar a tono para las demandas de esta montaña.

Lo primero que necesito es desarrollar la paciencia, para la paciencia en general y para la paciencia para llevar de 25 a 30 kg. de peso usando botas dobles, durante 8 horas por día.

Me gusta ponerme estas zanahorias al inicio del año, me hacen más fácil sobrellevarlo y divertirme...; pienso: entrenar la vitalidad, correr, hacer bici, esquiar, y correr todas las carreras de calle y de aventura que el cuerpo y bolsillo me den; necesito variar las rutinas para prevenir las lesiones. Necesito entrenamiento de peso de resistencia progresivo para mejorar el metabolismo anaeróbico que necesita mucho trabajo muscular. Leo que este tipo de producción de energía humana es alimentado por hidratos de carbono almacenados que no requieren oxígeno adicional para ser puesto a disposición de los músculos, así que los restoranes italianos pasan a estar en primera línea.

Si quiero ser bueno en subir montañas grandes con un gran peso, tengo que empezar por las montañas más bajas con poco peso.

En junio me voy a Vallecitos, a la cordillera Frontal, y puedo hacer la Aguja CABA, un promontorio de piedra de 3400 metros subiendo un nevero con nieve hasta la rodilla en cuesta de 45° y el Loma Blanca, mi primer 4000 invernal.







La cordillera frontal parece ser el lugar ideal para forjar el espíritu de grupo, y las piernas, para las largas jornadas que se vendrán en el Aconcagua. Es como si buscara prepararme mentalmente... saber antes de empezar la subida -y aceptar el hecho que en algunos momentos voy a estar incómodo y que mi cuerpo no va a cooperar- y voy a tener que empujarme.






Reinhold Messner dice “... Experimentarse a uno mismo significa vivir, la vida no es otra cosa que una vital y continua experiencia de uno mismo. Quien no experimenta continuamente cosas nuevas termina estancándose. Quien no tiene sus propias experiencias, sino que se deja conducir por las experiencias de otros, acaba vegetando...” Será esto que me lleva todo el tiempo a buscar nuevas experiencias?, no lo sé pero me resulta lindo y fantástico preguntármelo todo el tiempo.

Entre mayo y julio encadeno semana tras semana, varios picos, crestas y sumo metros de desnivel a mis queridas rodillas por los valles de Mendoza.

Empiezo a sentir de verdad que es más una cuestión de cabeza que otra cosa andar en las montañas, es un placer que lo tenés que llevar muy dentro. El mero hecho de saber el tiempo que vas a tardar desde esa piedra a la otra, es bastante duro, pero por lo contrario esta el aspecto humano, tenés la satisfacción de poder sumar cimas o rutas que te dan más experiencia y por eso te pones enfrente una nueva montaña con una ilusión y una energía, que me descubro solo cuando estoy al pie de una montaña.

Los “platos fuertes” de estos meses son picos fáciles, pero sirven para tener la oportunidad de disfrutar de la alta montaña en todo su esplendor, glaciar, nieve, piedras, frío, vientos blancos, pre-cimas cimas. Al mismo tiempo voy poco a poco familiarizándome con el material que voy comprando, con el factor altura y tal vez con lo más importante; con mi cabeza.

Todo se desarrolla con normalidad y excepto pequeñas curiosidades de los compañeros de montaña que voy conociendo, hacemos los cerros en tiempos normales y sin ningún contratiempo pisamos algunas cimas. El tiempo no nos acompaña mucho y la niebla, las ventiscas y las nevadas hacen su aparición en altura, pero creo que es mejor que estás situaciones aparezcan en 4000 y no en 6000 metros. Bajamos siempre entusiasmados por las cimas. Los nervios y preguntas que aparecen en las noches previas, se disipan con una mezcla de triunfo y cansancio. Cada ascenso es una nueva aventura y tras ir encadenando una cima tras otra, veo que la progresión y el buen ambiente hace que me sienta satisfecho.





Agosto... una vez más me “escapo” a Mendoza, esta vez es el cerro San Bernardo 4300 metros, pero lo interesante es que intentaremos hacerlo por una ruta no normal; el filo que te lleva a la “capillita” queda a la izquierda y nosotros lo intentaremos por el nevero; vamos a usar grampones, piolets, y el el gran protagonista: el hielo.

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La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.

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