La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.
sábado, 26 de junio de 2010
Plaza de Mulas (campo Base Aconcagua) 2006 II
07:20 de la mañana... ya no tengo grupo a la vista, tengo que juntar ánimo y seguir solo. El acceso a Plaza de Mulas es simple, la senda está perfectamente marcada por el tránsito permanente de montañeros y mulas.
El camino desde Puente del Inca (2.100 mts.) es de unos 36 kilómetros y 1.500 metros de desnivel, que se pueden hacer entre 7 y 9 horas.
Plaza de Mulas es un excelente lugar para lograr la aclimatación necesaria y desde ahí es posible ascender en un o dos días a los cerros vecinos, todos superiores a los 5.000 metros de altura. Ahí también está cerca el glaciar Horcones superior, un lugar para visitar y practicar escalada en hielo. Pero esto me queda grande..
Todo gran viaje –sólo además- comienza con un pequeño paso, dice un proverbio oriental, y estoy dispuesto a darlo. Después de caminar unas tres horas, veo una planicie, miro el mapa: se trata de Playa ancha. Encuentro algunas Vegas, tierra con agua y hielo de la noche anterior y se me hunden las botas, y la sensación de sopapa me molesta un buen trecho.
Ya lo veo de nuevo. El Aconcagua sobresale de todos sus compañeros de la cordillera principal, por más de 1200 metros de diferencia.
Por primera vez tengo tiempo de resolverlo con la mirada. A partir de acá, sólo me queda subir 3000 metros y caminar algo más de 30 km. Me digo para darme ánimo, pero igual estoy con cierta angustia. Es que caminar sólo, con un sol de 30º además me asfixia. Sigo por playa ancha, un playón interminable donde uno camina, camina y camina y no pasa nada, el paisaje no cambia, los cerros y el horizonte son lo mismo hora tras hora, la rutina sólo se rompe cuando otro viene en sentido opuesto y aprovecho para comentarle o preguntarle algo. Todo el tiempo tengo la sensación de que equivoco el camino.
La mochila pesa mucho y las piernas me queman por el esfuerzo, cada tanto paro a reponer aliento, transpiro mas de lo que quisiera y me canso, debería haber entrenado más me digo, no debería haber dejado de correr ni un solo día; muchos debería...; ahora no me queda más remedio que poner garra.
Tomo agua... como un buen alumno, intento llegar a los 3 litros, cambio de gusto, pongo té y jugo, porque el agua sola me cansa. Anoche bajaron en helicóptero a un canadiense con edema pulmonar por no hidratarse bien.
Llevo 6 horitas sin hablar con nadie, pero ya se que esto es así... si decidí venir solo. Empiezo a subir, siento mucho la inclinación, miro el mapa y ya estoy en la cuesta brava, una pendiente pronunciada por las próximas dos horas y ya llego a Plaza de Mulas.
Finalmente, Plaza de mulas... una “llanurita” de piedras, con cientos de carpas, parece un campo de refugiados, pero con plata, las carpas son todas cuatro estaciones, las camperas de duvet de última generación.
Busco casi desesperadamente a mi contacto, tengo hambre, me duelen las piernas, y la cabeza. Señal que no me aclimato a la altura todavía...
Me meto en mi carpa dispuesto a sufrir solito los embates de la altura. Se que si tuviera muchos días, el dolor se va solo, pero quiero llegar por encima de los 5000.
Voy a dejar el refugio para mañana.
Día 3, me parece una eternidad el tiempo que llevo acá; y pensar que el lunes estaba en Buenos Aires con humedad y calor insoportable. Ahora son las 5 de la mañana, y salgo para el Cerro Bonete para seguir aclimatando y por fin llegar a los 5.020 mts.
Empiezo a subir, voy despacio porque la menor densidad del aire se hace sentir (y el cagazo de estar solo también) No veo a nadie, y el camino no está marcado. Una vez más (como cuando corro maratones me pregunto por qué carajo hago esto: lo único que pienso es que sólo lo hago por llegar a un lugar donde todo me indicaba que no podía llegar. Por lograr algo, sobre todo con fuerza de voluntad, hacer algo que no tenía que ocurrir.
Todo es para caminar por un filo de 80 metros de ancho desde donde se puede ver el Pacífico !!. La ascensión es de dificultad media y ahora voy encontrando una huellita y llegando al final atravieso un campo de "Penitentes" (impresionante) hasta llegar hasta la cima. Veo la Pared Oeste del Aconcagua, de la totalidad de la Ruta Normal y de los demás cerros que rodean Plaza de Mulas. Hora de volver.
El descenso es rápido y creo que porque no quiero estar más tiempo solo.
Un rato en el base camp, como le dicen los gringos y la solidaridad se nota. Me prestan grampones, botas dobles y una carpa cuatro estaciones. Veré hasta donde puedo llegar. (Carolina, la andinista que conocí los últimos 15’ de avión, después que me digné a hablar, me dijo que necesito un día por “campo”. Con esa cuenta no llego a Berlín (6.000 mts.)
Ahora empiezo a sentir los primeros efectos de la altura: dolor de cabeza, , cansancio, falta de apetito, insomnio. Hay un inglés muy histriónico que cuenta una historia, la de la irónica respuesta de un escalador ingles, al que le preguntaron que entrenamiento hacia para sus ascensos al Himalaya: "Cuando estoy en casa trato de ir todos los días a un bar y ponerme bien borracho, porque esa es la sensación que tengo cada vez que sobrepaso los 5.000 mts."... y es verdad, siento hasta la resaca..
La comida: los clásicos polenta (sigue sin gustarme ¡!!), fideos, sopas y jugos. Me dicen que a medida que se sube, se pierde el deseo de comer.
Que por la altura la digestión es más lenta, la sangre circula más rápido por el cuerpo y la falta de presión atmosférica -en especial de oxígeno- hace que pueda aparecer el mal agudo de montaña (MAM), el síntoma desde enfermedades leves como dolores de cabeza y malestar estomacal hasta edemas pulmonares o cerebrales, causando incluso la muerte. Por eso no tomé nada... no quiero tapar síntomas.
Día 4: Debería volver, pero como arreglé encontrarme en un par de días en Plaza de Mulas si le permiten subir regresamos juntos, sino, me da un día mas y nos encontramos en Confluencia o en Horcones en la puerta del parque el domingo.
Hoy vuelvo a levantarme temprano; 06:00; llego a Canadá (5.080 mts.) y un poco más y estoy en cambio de pendiente (5.200 mts); Con el viento y el frío helado la caminata se me hace interminable. Me gustaría que alguien me alentara... Aprovecho a tomar un poco de te, pero el termo se me congeló, por suerte, Gabriel –uno que sube- me da jugo. La puta madre, otra vez me pregunto que hago acá; pero la respuesta negativa no aparece. Subir y subir. ¿Qué motivación hace falta para soportar el cansancio, la falta de oxígeno y el miedo?
Ahora me siento más lento. Los movimientos, los pensamientos y las actividades me llevan más tiempo. Siento un pequeño dolor de cabeza, pero de a poco desaparece.
Ahí nomás tengo Nido de cóndores (5.590 mts.) pero son las 10 de la mañana y tengo que volver. Acá hay varias plataformas y pircas listas para establecer un campamento, pero es un lugar muy expuesto a los vientos, el desnivel desde Plaza de Mulas es justo para un día. Acá, me dicen que generalmente se instala un campamento intermedio cuando no te dá para seguir a Nido, además hay nieve para hacer agua. Hay peligro de caídas de piedras del gran acarreo. Lo veo tan cerca...
Regreso...empiezo a caminar, tengo Plaza de Mulas a 2 horas, un descansito y hasta Confluencia 7 horas más, otra parada y en 2 más llego a Horcones; en total tengo 12 o 13 horas caminando, contando las paradas. Por suerte es en bajada. Las únicas que sufren son las rodillas, frenar, frenar y frenar...
Llego a Horcones. No me resultó un paseo, no fue un viaje de placer. Qué ilógico, qué irracional es un proyecto así. Pero acá estoy feliz!
Pienso que es difícil definir los límites de este tipo de cosas sin pensar en meterse en la libertad del otro en buscar su propia experiencia.
La aventura es también relativa. Mi “Aconcagua” no tiene ninguna relevancia desde el punto de vista montañístico. Como aventura observada imparcialmente no es gran cosa. No es pionera, no es primera en nada. Pero es mi aventura y para mí es una extraordinaria aventura.
Para quien vive de esto tal vez no sea una gran aventura, pero para quien lleva otra vida seguramente si lo sea.
El Aconcagua es una montaña muy alta, ubicada en una de las regiones mas frías y secas, temperaturas de -30 grados con una humedad ambiente del 5%, que la hacen una montaña de difícil ascensión, tanto que los grandes expertos la consideran un 8.000 mts.
La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.
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