martes, 22 de marzo de 2011

Lullaillaco III (noviembre 2010)

Salimos hacia el base del Llullaillaco; para esto hay que cruzar el salar de Arizaro, el tercer salar más grande del mundo enmarcado por montañas que superan los 6000mts de altura. (nuevamente podemos ver el Aracar, el Salim, el Llullaillaco y el Socompa); de a poquito ascendemos hacia la vieja estación de ferrocarril de Caipe y aprovechamos las vistas panorámicas del salar, principalmente lo que se llama la herradura y un poco más lejos el Cono de Arita.


Me tomo un rato y en silencio pienso en el significado de esta estación de ferrocarril.., tan alejada de los centros urbanos, tan alejada de nuestras ciudades en la pampa húmeda. Pienso en la historia de los ferrocarriles argentinos; íntimamente ligada al desarrollo de la Argentina; palanca del desarrollo y poblamiento del territorio del país. Camino por dentro de la estación abandonada, llena de libros de tráfico; conservados en buen estado (tal vez por el intenso frío); no puedo sacarme de la cabeza lo que significó la privatización; pienso en el visto bueno de gran parte de la sociedad que creía que las empresas del Estado eran deficitarias y había que privatizarlas, más la complicidad de muchos.. pienso en la privatización y la consecuencia más terrible.., la desaparición de pueblos como Caipe; que se convirtieron virtualmente en “fantasmas”, además de quedarse incomunicados y de perderse los trenes aguateros, que llevaban agua a todo el interior del país donde escaseaba este producto. Pienso en los cientos de miles de personas mudándose a las grandes ciudades. Pienso en los servicios más elementales que desaparecieron junto con el tren, como el sanitario, que llevaba medicamentos y médicos que realizaban campañas de vacunación por cientos de pueblitos. Pienso mucho.., y esto no es bueno cuando se está solo.

Algunas horas después llegamos al CB (5000 metros sobre el nivel del mar); saturo 89 y mi FCM está en 104.. ya no es lo mismo para el cuerpo.

Armamos las carpas, cenamos fideos con salsa y nos metemos en las carpas. Hay ráfagas de viento de 60 a 70 km./h. El lugareño -Lorenzo Martínez- portea al CI (5500) y a dormir.. y a despertarse cada dos o tres horas (sin dolor de cabeza y eso es la acetatozolamida..) sueño con Aleja.

Cago de urgencia a las 23:00 y a las 3 de la madrugada con -15° tengo que volver a salir de la carpa a mear, esta vez apago la frontal y veo (y disfruto unos segundos) la luna llena, el cielo estrellado y sin viento.

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La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.

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