martes, 3 de julio de 2012

River Plate


26 de junio de 2011, me preparé como para una fiesta; decidí no agarrar el auto y me tomé el 130; el calor y el color de los hinchas me hizo sentir rápidamente bien; la tarde del Monumental era fresca y soleada; todos hablaban de un panorama oscuro, negro y la verdad es que yo estaba optimista. El River súper campeón de la Argentina; cuna de cracks como el medio campo más recordado de la historia del fútbol argentino (JJ, Merlo y Alonso); no puede perder la categoría y descender al Torneo Nacional; en la ida habíamos perdido y pero yo pensaba que lo podíamos dar vuelta.

Pero sí; todo es posible en la vida, todo, absolutamente todo.
Empatamos 1 a 1; corren los minutos finales de la Promoción que nunca debimos haber jugado. No estábamos preparados. No sabíamos de qué se trataba. Era un terreno desconocido, ajeno. Y naufragamos sobre la arena movediza del descenso. Van 87 minutos de sufrimiento, de desazón, de dolor. El descontrol nos supera. Se para el partido, se frena la agonía. La caída ya es un hecho. El descenso está consumado. Me invade la impotencia, la tristeza, la desolación. Estoy viviendo lo que jamás imaginé vivir. Estoy viendo a River descender de categoría; y en ese descenso, desciendo yo mismo. Me quedo llorando; una hora después de los incidentes salgo a la calle; camino hasta mi casa en el barrio de San Telmo; trato de no pensar en nada; no puedo; demoro 3 horas en llegar. Ale intenta consolarme por teléfono.

Como explicar el significado de un dolor tan particular con palabras. Hasta ese día yo era un hincha más, un plateista más diría..; cuando pintaba salía para la cancha, me veía la reserva, luego a la primera, y volvía a mi casa.., variaba las cábalas según los torneos; a veces iba por Barrancas de Belgrano y me comía un chori o una porción de pizza con una cerveza; a veces iba en el auto hasta Echeverría y Libertador y otras veces en el 130. No entraba entre mis palabras el concepto descenso; eso era propio de clubes pequeños; con escasa espalda; pero a partir de ese día; el descenso se convirtió en vacío y los vacíos propios se hicieron más grandes; perdí el alma; no podía ser verdad que River Plate; la cuna de cracks descendiera. No quiero enumerar a cada uno de los grandes jugadores que salieron o jugaron en este club porque sería larguísimo. Sólo decir que con ese ADN River Plate no debería descender nunca. El país me devolvía que era surrealista pensar en la Primera división sin River.

Las primeras semanas; no me di cuenta; el torneo de Primera División había terminado y no había fútbol. A partir del comienzo del torneo; mi cabeza me dictaba que se trataba de otro torneo; que el verdadero o había empezado aún; tal vez empezaba más tarde. Negación? Personalmente los días posteriores me manejé por instinto. No quería pensar. Me hacía mal ser consciente  o intentar serlo de la situación. Me negué sistemáticamente a estudiar el fixture del Torneo Nacional. Hasta que se acercó el momento del debut con Chacarita.; Chaca era un nombre conocido; no tan lejano; y como si fuera más loco aún; nos había ganado una final en el 69 y yo, aunque no la había visto, había recorrido mi infancia con ese recuerdo. Ese día grité mucho el gol de Juan Manuel Díaz, y hasta llegué a pensar que por lo temprano del gol íbamos a golear.. no fue así; de a poco llegaron más partidos; empezaron a aparecer los rivales de nombres extraños, las canchas nuevas, nombres de jugadores desconocidos y yo no me fui “aclimatando” con el tiempo. Me sucedió algo extraño; algo así como haber estado preso; como si el tiempo se hubiese detenido.

Instintivamente mi cuerpo, mente y alma me pedían estar presente en los partidos. Ese plateista al que le gustaba ir a la cancha casi descuidadamente; se prometía íntimamente ver los partidos de River por televisión o viajar hasta donde fuera posible. Poco a poco; con angustias y alegrías, fué llegando el día; espere mucho.

Libertador y Monroe; camino con mi sobrinito; estoy tan nervioso que no me doy cuenta que tengo Platea Belgrano y que tenemos que dar la vuelta.., caminar por Monroe hasta Libertador; luego Udaondo y por fin entrar. Colas interminables; varios cacheos; mucho color, muchas banderas; hoy no podemos perder! hoy es el momento. Estamos a un triunfo de la vuelta. De vuelta no pienso nada; mente vacía. El partido es malo. River no genera juego. ¿Por qué siempre tengo que sufrir?, ¿a quién le hicimos tanto mal?. Le digo al de abajo mío en la tribuna que tiene radio que no me cuente los resultados; no quiero enterarme; soy de River; River tiene que volver a fijarse en sí mismo. No acepto ningún síntoma de desconfianza con River. El entretiempo se hace corto porque juego con mi sobrinito. Trato de cerrar los ojos y no pensar.Arranca el segundo tiempo y llega el desahogo. Puedo jurar que desde la Belgrano Alta (esta vez no fue San Martín como el 26J) que no noté que Funes Mori estaba en off-side; sólo veo el latigazo de David y esto me brinda oxígeno después de casi un año con respirador artificial; me abrazo con Marcos; con los que me rodean.., siento nuevamente que el alma me vuelve al cuerpo. Pienso en el día que fui hincha de River por primera vez; (tenía apenas 5 años y fue en un River-San Lorenzo en 1972; festejé como cualquier nene cuando terminó el partido; uno de mis tios se me acercó y me dijo: no tenés que festejar; vos perdiste! con el tiempo me enteré que fue una final en Vélez que terminó 0 a 0 en tiempo reglamentario, Chazarreta de San Lorenzo había errado un penal; se jugó el suplementario y un ignoto Figueroa nos hacía el gol y volvíamos a perder una final; íban recien 15 años.., no sabíamos que nos quedan 3 años más de caminata por el desierto); lloro, me vuelvo a abrazar a mi sobrinito; siento como todo vuelve.

River no juega bien pero lo mejor a esta altura son las novedades que me pasa el tipo al que le dije que no me contará los resultados. “Pierde Central”, “Ferro golea a Instituto”, música para mis oídos. Penal para River. Saco la cámara y me digo fílmalo!; van 38’ del segundo tiempo; en sus pies no puede fallarse. Hacelo David y terminá con esto. Pero el destino está encaprichado en demostrarnos que cuando creemos que no podemos sufrir más estamos equivocados. Ya no aguanto, miro el reloj del celular; el reloj pulsera y el tablero electrónico cada treinta segundos. En el Monumental el tiempo se guía por otras leyes. Cuando lo necesitas se escurre como arena entre los dedos. Cuando no lo querés, se empecina en quedarse. Minutos después, David vuelve a marcar; minuto 89 del sábado 23 de Junio de 2012; se acerca el fin de mi sufrimiento. Abrazo gente que no conozco como si fueran hermanos. En este momento lo son. Mi hermano me llama; el está en la Centenario; intercambiamos felicitaciones a los gritos; llorando; lo llamo a mi viejo; el también está quebrado en su casa. River está de vuelta. Volvimos. Ya me siento de la A, para esto no necesito tiempo de adaptación. Es nuestro lugar. Hasta le gritamos a los de Almirante que son de la B. El rival es lo de menos, necesitábamos cantárselo a alguien para diferenciarnos y volver a sentirnos de Primera.La pesadilla terminó. Lo mejor de todo es que el estadio hoy tiene aroma a infancia, a felicidad, a familia, y a juego.
Es hora de soñar con ir en el Obelisco en diciembre.

La única manera de conocer los límites de lo posible en uno es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo que a veces parece imposible. Actuar sin temores o quedarme paralizado dejando pasar de largo "valiosas" oportunidades. Valoro mis cualidades, mis logros y capacidades, y fomento cualidades positivas. Analizo mis límites, intento superarlos o aceptarlos si no es posible. De esto se tratan mis historias.

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